Los orígenes de la catedral, dedicada a Santa María y al Papa San Marcelo, se pierden en la Edad Media, cuando la ciudad se expandió por el valle. En el siglo XVIII, la iglesia se amplió (la planta pasó a ser basilical, la fachada se limitó con pilastras y columnas inclinadas) y se embelleció con decoraciones que destacan un elegante estilo barroco.
Especialmente interesante es el órgano de tubos. Según algunos estudiosos, es obra de Cesare II Catarinozzi, el "Stradivari del órgano". El instrumento se caracteriza por su sonoridad clásica, debida al registro principal de ocho pies, el relleno hasta la "vigesimanona", la flauta y la voz humana. La caja de madera también es de excelente factura. Antiguamente, el clero estaba formado por diez canónigos 'muy letrados, trajeados, comedidos y de buena conciencia y conversación' encabezados por el Rector Abad y el Arcipreste, y ocho capellanes.
Bajo el altar mayor, en una urna de cristal, se conserva el cuerpo de Santa Constanza, mártir de las primeras persecuciones cristianas que, según la hagiografía, fue asesinada con una espada en la garganta. Enterrados en Roma, en las catacumbas de Santa Inés, sus restos fueron trasladados a la catedral en 1756. Desde entonces, el último domingo de agosto, los habitantes de Sandonata celebran a la Santa con una solemne procesión y un mercado de tiestos y cebollas.
Esta iglesia es una visita obligada para cualquiera que visite la ciudad y es un importante lugar de culto para los habitantes de Sandonata.