El calendario marca el 1 de mayo, una fecha que en todo el mundo es sinónimo de lucha y reivindicación de los derechos de los trabajadores. En San Donato Val di Comino, este día adquiere un significado especial, vinculado a un acontecimiento histórico que ha marcado a la comunidad. Fue en 1908 cuando, por primera vez, se celebró el Día del Trabajo dentro de las antiguas murallas del pueblo.
La iniciativa, llena de pasión y determinación, fue promovida por un grupo de artesanos locales, hombres que daban forma al material con sus manos y contribuían al tejido económico y social de la ciudad. Entre ellos estaban los hermanos Salvatore y Enrico Fabrizio, Gaetano Gallo y Pasquale Tempesta, nombres que la historia local ha consignado a la memoria como pioneros de un movimiento que surgía y crecía en toda Italia.
La manifestación fue un éxito, una explosión de participación popular que tiñó las calles de San Donato con los símbolos y cánticos de la clase obrera. Abría el desfile un grupo de jóvenes que enarbolaban la bandera roja, estandarte de un ideal de justicia e igualdad. Les siguieron obreros, campesinos, artesanos, hombres y mujeres de todas las edades, unidos por la conciencia de su dignidad y el deseo de hacer oír su voz.
Las notas del Himno de los Trabajadores, un canto de batalla y esperanza, se propagan por las calles del pueblo, acompañadas por la música de la banda local, cuyos metales y maderas puntúan el paso decidido de la procesión. Un río humano se abrió paso entre las viejas casas, testigos silenciosos de siglos de historia, pero ahora protagonistas de un nuevo capítulo.
El corazón de la celebración fue la Piazza Carlo Coletti, lugar de encuentro e intercambio, donde se celebró el mitin. Apasionados oradores se turnaron al micrófono para exponer las reivindicaciones del mundo del trabajo, las demandas de mejores condiciones, salarios más justos, un futuro más justo. Palabras que inflamaron los ánimos y encendieron la esperanza.
La jornada terminó con una impresionante procesión de antorchas, un mar de luces que iluminó la noche y simbolizó la fuerza y la determinación de los trabajadores. Fue un momento de gran emoción y participación, que reforzó el sentimiento de pertenencia y la conciencia de formar parte de un movimiento mayor.
Para informar a la población e invitarla a participar activamente en la manifestación, se colocó un cartel en varios lugares del país, una proclama que instaba a la abstención laboral y reivindicaba sus derechos. "¡Trabajadores! Mañana 1 de mayo, Día del Trabajador, consecuentes con vuestra dignidad de trabajadores conscientes y emancipados, absteneos totalmente de trabajar". Palabras que aún hoy resuenan con fuerza y actualidad.
Esta historia, contada con pasión y detalle por Rufo Mario, nos ofrece una imagen vívida y atractiva de un momento crucial en la historia de San Donato Val di Comino. Un acontecimiento que atestigua la fuerza del movimiento obrero y la capacidad de la comunidad local para unirse y luchar por sus derechos. Un precioso legado que sigue inspirando a las nuevas generaciones.
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