Via Annunziata

La carretera debe su nombre a la iglesia dedicada a Nuestra Señora de la Anunciación, que se levantaba a orillas del arroyo Forca d'Acero. El edificio, de 4,75 metros de largo y unos 5 metros de ancho, fue destruido por la catastrófica riada del 28 de septiembre de 1798, precedida de truenos y relámpagos "como el Juicio Final".

La inundación destruyó toda la zona, conocida como Contrada La Nunziata, dejando a ciento doce personas sin hogar. La misma suerte corrió la cercana casa de la familia Cellucci en Capo La Terra (hoy plaza Pasquale Tempesta), que "flotó durante algún tiempo, como el arca de Noé, y luego se hizo añicos y desapareció entre las aguas". El agua alcanzó una altura de 4 metros y se extendió a lo largo de 44 metros de ancho.

Este es el informe del abad Coletta en el Libro de los Muertos de 1798: "Después de tres meses de sequía, por fin llovió durante tres días. La noche del 28 de septiembre cayó tanta agua que parecía un diluvio, con truenos y relámpagos que hacían pensar en el día del juicio final. La inundación que siguió devastó la ciudad, y el agua alcanzó una altura de 16 palmos y una anchura de 168".

Hasta 1848, quedaban las ruinas de la base del altar y vestigios de un fresco que representaba a la Santissima Annunziata. Tras encontrar algunas monedas de plata en el lugar, se extendió la noticia de que había un tesoro escondido: gentes de toda la ciudad acudieron al lugar y empezaron a excavar. Para restablecer el orden público, el entonces alcalde Nicola Gatti llamó a la Guardia Nacional.

La trágica inundación causó importantes daños en la zona y en toda la comunidad, marcando profundamente la historia de la ciudad. Hoy, la Via Annunziata es uno de los símbolos en los que pervive el recuerdo de la fuerza de la naturaleza y la capacidad de los habitantes de San Donato para superar todas las dificultades.